viernes, 3 de enero de 2014

¿Cómo se sostiene el país más endeudado del mundo?

Observando la lista de los países más endeudados del mundo, resulta curioso observar como Japón se sitúa a la cabeza en deuda pública, con un 245,4% de deuda sobre el PIB, muy por delante de países de la Eurozona como Grecia, con un 179,5% de deuda sobre el PIB; Italia, con un 130,6% de deuda sobre el PIB; o nuestro país, con un 91,8% de deuda sobre el PIB.

 El secreto nipón para poder sostener una deuda tan elevada está en sus acreedores, que son, en su mayoría, entidades nacionales. De los 8,5 billones de euros (más de un trillón de yenes) que adeuda Japón, solo el 8,7% pertenece a acreedores internacionales, es decir,a su deuda pública externa. Esto permite a Japón no depender tanto de los mercados.
 

Esta elevada deuda es consecuencia de las políticas de estímulo fiscal y monetario llevadas a cabo por el primer ministro japonés Shinzo Abe, conocidas como “Abenomics”. El objetivo es acabar con la deflación y alcanzar el 2% de inflación para final de año. Pero el crecimiento nipón ha sufrido una desaceleración durante el año. Aunque en el primer trimestre registró un crecimiento del PIB del 3,8%, en el segundo trimestre fue del 2,6%, y en tercer trimestre, el crecimiento del PIB fue del 1,9%.

La duda sobre si Japón podrá pagar toda esa deuda también la planteó el economista Xavier-Sala i Martin, dudando de la fórmula mágica japonesa. Para ello, Shinzo Abe implantará una subida de impuestos como el IVA, que subierá del 5% al 8%. Otra de las medidas tomadas por el primer ministro, fue la depreciación del yen frente al dólar, en un 20%. Esta depreciación del yen redujo el precio de las exportaciones, haciéndolas más atractivas para los compradores internacionales. Hace unos días, Toyota elevó su pronóstico de ganancias para todo el año en un 12%. Otras empresas, como Honda o Hitachi, también están beneficiándose de un yen depreciado.

Pero esta política keynesiana de inversión pública no está teniendo los resultados esperados, ni tan siquiera a corto plazo. No se han conseguido resultados apreciables en términos de producción, demanda y creación de empleo. Las consecuencias de esta política económica son la creación de una burbuja en los precios de los activos, la creación de deuda a ritmos exponenciales y el sostenimiento de un déficit público por encima del 9% del PIB.

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